Mauro Cano Rodríguez

Mauro Cano Rodríguez

Es difícil hablar de él sin su presencia, pues cuando no es presente parece diluirse hasta su recuerdo y no queda de él más que el aroma a tabaco y el sonido impertinente de su respiración.

Es terco, ya no discute y ha llevado su vida social a unos mínimos razonables evitando contactos no deseados y minimizando los daños de los inevitables.

No le gusta a casi nadie, pero como al revés también es cierto, pues se equilibra y ya está. Verdad es que ya ha llegado a una edad en que ciertas consideraciones pasan a superfluas, que prefiere ser superficial y respirar que ahogarse por ser profundo.

Como es evidente, no es la primera vez que vive (eso se lee en los ojos) pero en esta el ensañamiento ha sido tanto que casi no lo cuenta.

Tiene amores, una cita y un trabajo sucio por terminar.

Aquí no acaban las noticias suyas. Vendrán más. ¡Salve!